Por: Rvdo Carlos Linares

Dentro de una sociedad pluralista en la cual se encuentran presentes diversas confesiones religiosas, diversas concepciones filosóficas, ideológicas y sistemas de valores, queremos que la Iglesia de Jesucristo sea relevante y coadyuve a construir un Perú respetuoso de los principios y valores cristianos, que pueda influenciar en la toma de decisiones trascendentales del gobierno, orientadas a que las relaciones del Estado y todas las Iglesias puedan basarse en los principios de autonomía y cooperación social en términos de libertad e igualdad”.

Como se sabe los derechos a la libertad y a la igualdad religiosa no solamente son derechos individuales, sino que se expresan también colectivamente, dando lugar a Iglesias, comunidades, confesiones o colectividades religiosas. Y, en esta expresión colectiva y pública de la religión, se registran nuevamente diferencias que son objetivas y que no tienen que ver ni con la dignidad de las personas individuales que integran cada grupo, ni con el acierto o error de las creencias que profesan.

Por tanto, las políticas de gobierno deben apuntar no solamente a la separación de la Iglesia y el Estado, sino también a una sociedad pluralista donde las diversas religiones convivan en libertad e igualdad y con autonomía, y donde se tome decisiones que no reivindiquen privilegios ni menciones especiales para Iglesia alguna, que no se transgreda la neutralidad necesaria del Estado; que se respeten los derechos de todos y la sinceridad de todas las convicciones; que no existan discriminaciones de ningún tipo y menos aún, de tipo religioso; y, finalmente, que ninguna Iglesia o comunidad religiosa, mayoritaria o minoritaria, sea privilegiada o coaccionada con aportes económicos.

Esto último implicaría la victoria de la fe sobre la debilidad que significa el apoyo gubernamental y el fortalecimiento de las conciencias de los fieles en la cooperación económica para su culto. La libertad religiosa no debe ser vulnerada respecto de ningún culto sometiéndola al Estado, ya que todos los ciudadanos deben gozar de igualdad religiosa, evitando la existencia de ciudadanos de segunda categoría por su condición religiosa.
Desde mi modesta opinión,el problema radica fundamentalmente en el concordato,(celebrado en 1980 en dictadura militar entre el Estado Peruano y el Vaticano) pues origina evidentemente una profunda "desigualdad Religiosa en el Perú."
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