Por: Rvdo Carlos Linares
Tal vez hallamos oido que el ayuno es el refuerzo espiritual de la oracion, lo cierto es, quien proclama ayuno indica una profunda sinceridad ante una situación critica,lo amerita.
La oración y ayuno de Nehemías, como se describe en el primer capítulo de su libro, fue resultado de su profunda aflicción sobre las noticias de que Jerusalén había sido asolada. Sus muchos días de oración estuvieron caracterizados por lágrimas, ayuno, confesión por su pueblo, y ruegos a Dios por la misericordia que él sabía que la gente no merecía. Tan intensa y sincera era la manifestación de sus angustias, que es casi inconcebible que pudiera “tomarse un descanso” en medio de tales oraciones, para comer y beber. La devastación que sufrió Jerusalén, también impulsó a Daniel a adoptar una postura similar: “Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.” (Daniel 9:3). Como Nehemías, Daniel ayunó y oró para que Dios tuviera misericordia de la gente, diciendo “hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas.” (v. 5).
En muchos casos, ayunar está ligado a la oración de súplica intercesora. David oró y ayunó por su hijo enfermo (2 Samuel 12:16), llorando ante el Señor en devota intercesión (vv.21-22). Ester urgió a Mardoqueo y a los judíos a ayunar por ella, mientras planeaba aparecer ante su esposo el rey (Ester 4:16). Claramente el ayuno y la petición están aquí como uno y el mismo.
Hay ejemplos de oración y ayuno en el Nuevo Testamento, pero éstos no están relacionados con el arrepentimiento o la confesión. La profetisa Ana “… no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.” (Lucas 2:37). A la edad de 84 años, su oración y ayuno eran parte de su servicio al Señor en Su templo como si ella estuviera aguardando al largamente prometido Salvador de Israel. También en el Nuevo Testamento, la iglesia en Antioquia ayunaba juntamente con su adoración, cuando el Espíritu Santo les habló acerca de comisionar a Saulo y Bernabé para la obra del Señor. “Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.” (Hechos 13:3) Así que vemos estos ejemplos de oración y ayuno, como componentes de la adoración al Señor y la solicitud de Su favor. Sin embargo, en ninguna parte, hay alguna indicación de que el Señor se agrade más en responder las oraciones si están acompañadas por el ayuno. Más bien, el ayuno, junto con la oración parece indicar la sinceridad de los que oran y la naturaleza crítica de las situaciones en las cuales ellos se encuentran.
Tal vez hallamos oido que el ayuno es el refuerzo espiritual de la oracion, lo cierto es, quien proclama ayuno indica una profunda sinceridad ante una situación critica,lo amerita.
La oración y ayuno de Nehemías, como se describe en el primer capítulo de su libro, fue resultado de su profunda aflicción sobre las noticias de que Jerusalén había sido asolada. Sus muchos días de oración estuvieron caracterizados por lágrimas, ayuno, confesión por su pueblo, y ruegos a Dios por la misericordia que él sabía que la gente no merecía. Tan intensa y sincera era la manifestación de sus angustias, que es casi inconcebible que pudiera “tomarse un descanso” en medio de tales oraciones, para comer y beber. La devastación que sufrió Jerusalén, también impulsó a Daniel a adoptar una postura similar: “Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.” (Daniel 9:3). Como Nehemías, Daniel ayunó y oró para que Dios tuviera misericordia de la gente, diciendo “hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas.” (v. 5).
En muchos casos, ayunar está ligado a la oración de súplica intercesora. David oró y ayunó por su hijo enfermo (2 Samuel 12:16), llorando ante el Señor en devota intercesión (vv.21-22). Ester urgió a Mardoqueo y a los judíos a ayunar por ella, mientras planeaba aparecer ante su esposo el rey (Ester 4:16). Claramente el ayuno y la petición están aquí como uno y el mismo.
Hay ejemplos de oración y ayuno en el Nuevo Testamento, pero éstos no están relacionados con el arrepentimiento o la confesión. La profetisa Ana “… no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.” (Lucas 2:37). A la edad de 84 años, su oración y ayuno eran parte de su servicio al Señor en Su templo como si ella estuviera aguardando al largamente prometido Salvador de Israel. También en el Nuevo Testamento, la iglesia en Antioquia ayunaba juntamente con su adoración, cuando el Espíritu Santo les habló acerca de comisionar a Saulo y Bernabé para la obra del Señor. “Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.” (Hechos 13:3) Así que vemos estos ejemplos de oración y ayuno, como componentes de la adoración al Señor y la solicitud de Su favor. Sin embargo, en ninguna parte, hay alguna indicación de que el Señor se agrade más en responder las oraciones si están acompañadas por el ayuno. Más bien, el ayuno, junto con la oración parece indicar la sinceridad de los que oran y la naturaleza crítica de las situaciones en las cuales ellos se encuentran.
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