LIMA.- Hace casi cien años, el genial G.K. Chesterton escribió lo siguiente: “La familia es la piedra de toque de la libertad; porque la familia es la única cosa que el hombre libre hace para sí mismo y por sí mismo” (The New Whitness, 17 de enero de 1919). Efectivamente, de un lado, el tema de la familia está -por obvias razones- intrínsecamente vinculado al del matrimonio y éste a su vez, al de la vida misma. De otro lado, el concepto de política tiene mucho que ver con lo que los griegos denominaron el arte de ordenar la vida de la polis. De allí que el objeto de la política será siempre la solución de los problemas sociales y la construcción de una sociedad a la medida de la dignidad humana. Un político que no tenga como meta gobernar para el bien común de la sociedad civil, respetando la dignidad de la persona humana y teniéndola como fin supremo, simplemente carece de razón de ser por lo que tarde o temprano caerá en desgracia ante la opinión pública y ante sí mismo.

Sin embargo, un político que se precie, debe respetar como principio fundamental, el derecho inviolable que todo ser humano inocente tiene a la vida –incluyendo a los concebidos y aún no nacidos-, junto con los derechos de la familia. Todos estos constituyen valores éticos fundamentales pues pertenecen a la esencia de la condición humana y de la sociedad civil, por lo que estos valores deberán de estar siempre reflejados en todo ordenamiento jurídico. La intervención de la autoridad se debe inspirar en la integración entre las leyes y la ética, orientada a garantizar el respeto a los derechos fundamentales tales como el derecho de todo ser humano a la vida y a la integridad física desde la concepción hasta la muerte; los derechos de la familia y del matrimonio entre hombre y mujer como institución natural y con miras a tener familia, esto es, el derecho de los hijos a ser concebidos, traídos al mundo y educados por sus padres. Por ello y como bien señala José Ramón Ayllón: “Estos derechos no están subordinados a los gobernantes ni a los padres, y tampoco son una concesión suya: pertenecen a la condición humana” (Ética razonada).

Tomando en cuenta esto, en un mes los peruanos deberemos decidir y votar por uno de los dos candidatos a la presidencia de la República que quedaron en los primeros dos lugares, luego de la primera vuelta. Dichos candidatos no deberían olvidar los resultados de la encuesta efectuada en el mes de mayo del año pasado por Vox Populi, encuesta efectuada en la población urbana y rural de todo el Perú. De acuerdo al referido estudio, el 89% de los peruanos consideran que la familia es el aspecto más importante en su vida y un 79% desaprueba el mal denominado “matrimonio” entre personas homosexuales. Finalmente, un 89% de peruanos desaprueba el aborto en todas sus formas.

De allí que los dos candidatos en carrera deberían conocer la realidad del electorado al que se enfrentan, mas tomando en cuenta que el 93.4% de los peruanos se manifiestan cristianos, siendo católicos un 78%. Recientemente, la candidata Keiko Fujimori se manifestó en contra del aborto y de la unión civil entre homosexuales. Durante una reunión en Lima con miembros de las iglesias evangélicas, señaló que también está en contra de la adopción de niños por parejas homosexuales. Afirmó que está “a favor de la familia” conformada por hombres y mujeres y no entre personas del mismo sexo. “He hablado primero del rol de la familia como pilar fundamental de la sociedad. Queda claro que no estoy a favor de la unión civil ni de la adopción de niños por parejas homosexuales y estoy en contra del aborto”, declaró. Durante la reunión, firmó un documento en ese sentido porque eso “coincide plenamente” con lo que piensa. En el caso del aborto en casos de violación, recomendó a las mujeres “que se queden con sus bebés porque el concebido no tiene la culpa de lo ocurrido”, anunciando el planteamiento de “una serie de propuestas en prevención y de ayuda a estas mujeres”.

Al parecer, Keiko Fujimori es consciente de l a importancia del estudio mencionado y lo que estos temas pesan en la opinión pública cristiana en el Perú. Falta que el candidato Kuczynski se pronuncie al respecto ya que –siendo consecuente con su pensamiento que ultra liberal- solo ha señalado tibiamente que está a favor de la unión patrimonial (¿?) entre parejas homosexuales y punto. Definitivamente, como bien decía Chesterton: “Si queremos preservar la familia debemos revolucionar la nación”. De allí que, utilizando una expresión muy actual, hay que “mojarse” señores, ya que el respeto a la vida humana y a la familia, para vivir una verdadera democracia, son fundamentales.

Por:Alfredo Gildemeister
Abogado Ph.D.
Universidad de Navarra
Catedrático de la U. del Pacífico
Axact

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