LIMA.- El jefe del Estado se ha suicidado políticamente la noche del domingo 17 de diciembre de 2017 cuando, a tres días de tener que acudir al Congreso para ejercer su derecho de defensa para no ser vacado, decidió aclarar su relación empresarial con Odebrecht y terminó por reconocerla a los cinco colegas periodistas que lo entrevistaron en cadena nacional.

En realidad el presidente se quedó sin argumentos desde el saque, cuando la periodista Rosana Cueva le preguntó si podía demostrar con algún documento oficial su afirmación de que él se había desentendido de la administración de su empresa unipersonal Westfield Capital a favor de Gerardo Sepúlveda (el chileno que gestionó y firmó contratos de asesoría financiera con Odebrecht mientras el presidente era ministro de Estado).

La periodista de Panorama, con papeles en mano, reveló que en la información oficial de los Estados Unidos PPK seguía siendo apoderado de su empresa durante todo el tiempo que supuestamente Sepúlveda gestionaba Westfield Capital. PPK respondió que eso era una formalidad y no pudo exhibir ningún documento que respaldara su tesis de la “muralla china”, esto es que él se desentendió completamente de Westfield Capital mientras fue ministro como manda la constitución y la ley. Allí, en es momento, murió definitivamente la presidencia de PPK.

Pero el cadáver, ay… siguió muriendo. El presidente continuó en una espiral de versiones contradictorias a medida que avanzaban las preguntas de los colegas. Dijo el presidente que se enteró de que su empresa había contratado con Odebrecht en el 2006, cuando dejó la función pública para luego decir más adelante que se enteró de los contratos firmados por Sepúlveda cuando la presidenta de la comisión Lava Jato, Rosa María Bartra, los hiciera públicos hace una semana.

La situación del presidente, que a esas alturas de las entrevistas era insostenible, se hundió por completo cuando reconoció que “ganó algo de dinero” con los contratos de Westfield Capital con Odebrecht. PPK lo justificó con el argumento de que, aunque él no sabía nada, como accionista único le correspondían dividendos para luego reconocer que su empresa contrató con el Estado mientras fue ministro… pero que él no tuvo nada que ver con eso sino Sepúlveda. La cereza de la torta vino cuando se le ocurrió decir que sabía que Sepúlveda “buscaba negocios con Odebrecht y con otras empresas”, asunto que había negado al principio de las entrevistas con el argumento de la “muralla china”.

El error final fue —después de todo ese desmadre— compararse con Fernando Belaunde Terry, lo que naturalmente le enajenará los votos de Acción Popular que estaba dubitativa con la vacancia (por lo demás, ya el propio hijo del fallecido expresidente ha manifestado su rechazo a esa comparación).

Ya se entiende la razón por la que el ministro Basombrío presentó su renuncia, como también confirmó PPK en esta noche aciaga para la presidencia del Perú.

Como corolario de este sainete fúnebre, el presidente nos deseó: “Feliz navidad para todos”.

Político.pe
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