IRLANDA DEL NORTE.- El caso que ha encendido el debate internacional sobre la libertad religiosa y de expresión se desarrolla actualmente en Irlanda del Norte, donde un pastor cristiano jubilado enfrenta un proceso judicial por predicar públicamente un mensaje bíblico basado en Juan 3:16 cerca de un hospital donde se realizan abortos.
El pastor Clive Johnston, de 76 años, ex presidente de la Asociación de Iglesias Bautistas de Irlanda, fue citado a juicio tras ofrecer un breve sermón al aire libre en las inmediaciones del Causeway Hospital, en la ciudad de Coleraine. Según se ha informado, el mensaje proclamado fue estrictamente bíblico y no incluyó referencias explícitas al aborto, consignas políticas ni llamados a la confrontación.
Las autoridades sostienen que la predicación se realizó dentro de una denominada “zona de acceso seguro”, establecida por la legislación vigente, la cual restringe determinadas expresiones públicas alrededor de lugares donde se prestan servicios de aborto. La acusación se basa en que el mensaje religioso podría haber tenido la intención de “influir” en personas que se dirigían al hospital, y en que el pastor no se retiró inmediatamente del lugar tras una advertencia policial.
Organizaciones cristianas y defensores de los derechos fundamentales han expresado su profunda preocupación, señalando que este caso sienta un precedente alarmante al equiparar la predicación pacífica del Evangelio con una infracción penal. Para estos sectores, la aplicación de la ley en este contexto representa una grave restricción a la libertad de culto, conciencia y expresión, pilares fundamentales de toda sociedad democrática.
El pastor Johnston ha manifestado que su intención nunca fue protestar ni acosar a persona alguna, sino compartir un mensaje de esperanza y fe cristiana, como lo ha hecho durante décadas en espacios públicos.
Este proceso judicial ha reavivado el debate sobre los límites del poder del Estado frente a las convicciones religiosas, y sobre si las leyes creadas para garantizar el orden público pueden terminar criminalizando la fe y la predicación bíblica.
Diversas organizaciones internacionales siguen el caso con atención, advirtiendo que lo que hoy ocurre en Irlanda del Norte podría repetirse mañana en otros países, afectando seriamente el ejercicio de las libertades fundamentales.


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