
De los 33 mineros atrapados según los propios familiares,la mitad de ellos son católicos y la mitad evangélicos. Como José Henríquez, que es un cristiano evangélico, y al que definen como un “creyente fervoroso que consoló a los demás” en en los mas momentos difíciles.
La familia Avalos, que espera el rescate de los hermanos Renán y Florencio, canta y ora sin cesar desde temprano en la mañana. Una canción tras otra acompañada de guitarras durante horas mientras sus miembros leen la Biblia.
En frente, la familia Segovia prepara un gran culto religioso. En la carpa, lleva la voz cantante María Segovia, hermana del minero Darío, atrapado desde el 5 de agosto.
María, autodenominada la alcaldesa del Campamento Esperanza, tuesta a la parrilla decenas de panes. A su lado su amigo, el hermano evangélico Guillermo, prepara una fiesta para fin de la tarde.
El es conocido como 'el payasito de Dios'. "Yo difundo la palabra de Dios vestido de payaso", narra este hombre vestido con un tatuaje gigante en el cuello que dice: "Jesucristo" en letra cursiva.
Trajo guitarra, un grupo de acordeonistas y muchos regalos para los niños.
"Dios enterró a los 33 mineros. Uno se pregunta ¿para qué? ¿Cómo puede ser tan malo? No, Dios lo hizo para nosotros. Para conocer a Copiapó, para que nos unamos entre periodistas, mineros y rescatistas", dice el payasito.
Para los familiares de los mineros, su fe y su devoción han sido fundamentales para que este rescate haya entrado en la fase final.
"Aquí somos muy religiosos, tenemos mucha fe y nunca se nos pasó por la mente que estuvieran muertos. No porque estén vivos hemos dejado de orar. Seguimos orando ahora y seguiremos haciéndolo después que salgan", comenta Alonso Contreras, primo del minero Carlos Barrios.
Bienvenidos a la vida amigos y hnos en Cristo estuvimos orando como todos en el mundo y a Dios gracias llego el momento del rescate y pronto estaran disfrutando de los suyos. Amen.
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