ESPAÑA.- El periódico El País ya ha emprendido su particular ‘yihad’ contra los derechos del que ha de nacer, contra la protección del embrión y del feto. En definitiva, contra la vida. De hecho, El País es un periódico obsesionado por dos temas: la eutanasia y el aborto, es decir los temas que tienen como solución la muerte del ser humano. Se lo tendrían que hacer mirar.

Ahora, la línea editorial está clara y para argumentar no les resulta un obstáculo hacer el ridículo. El editorial del pasado 1 de febrero es una muestra de ello, cuando afirmaba “las leyes más permisivas no generan más abortos, así ha quedado demostrado también en España. Estos mismos análisis señalan en cambio que, a mayores restricciones, más intervenciones clandestinas y más riesgos para las gestantes”.

Lo que hay que decir ante este editorial es que El País se equivoca o miente, como prefieran, porque los datos indican absolutamente todo lo contrario. Polonia, que tiene una legislación que aplica con criterio restrictivo y es una legislación de supuestos, tiene muy pocos abortos. El Reino Unido tiene una legislación prácticamente equivalente a la polaca, pero allí hay un gran número de abortos y un alto crecimiento, porque los supuestos se aplican con mucha laxitud. Portugal modificó su Ley de supuestos por otra de plazos porque se lo tomaban muy en serio y restringían el aborto.


¿Y la distribución masiva de píldoras?

Lo que sucede es que, de acuerdo con la línea que ya siguió el Gobierno de Zapatero, El País intenta hacer olvidar que una cierta reducción del crecimiento, que de esto se trata, más que de una disminución, se debe a la distribución masiva y en condiciones médicas peligrosas tanto de la píldora del día después cómo de la abortiva. Más de medio millón de unidades distribuidas en un solo año algún efecto deben tener.


El País, en su planteamiento, saca del armario todos los cadáveres que tiene, por ejemplo el de John O’Brien, que se presenta como presidente por ‘Catholics for Choice’. O’Brien se permite hablar en nombre de “la mayoría de los católicos” y opina que con una ley de supuestos España retrocederá a los momentos más negros de su historia, olvidándose de que ésta es la ley que impera en el Reino Unido, y que en Irlanda ni tan siquiera eso, está totalmente prohibido.


Quizá haría mejor en ir a predicar la negritud de la historia en Times Square o en el centro de Dublín, en lugar de venir a dar lecciones aquí. Estos son personajes pintorescos cuya representatividad real es nula y que solamente la encuentran en periodos y periódicos que se dedican a campañas favorables a la muerte, como El País.


La UE, a favor de la vida

Vale la pena recordar aquí, como ya lo hizo ForumLibertas.com en una información publicada el pasado 19 de octubre, que una reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea defiende la naturaleza humana del embrión desde el mismo momento de su concepción. Por eso, resulta absolutamente impresentable que en sus declaraciones el señor O’Brien diga que en términos morales, médicos, filosóficos y espirituales no sabemos cuando el feto se convierte en persona, pero que las mujeres si lo son.


La cuestión de ‘persona’ es un debate esencialmente filosófico, y aquí lo que estamos debatiendo son cuestiones de la naturaleza, cuestiones biológicas. Y lo que resulta incuestionable es que el embrión es un ser humano vivo en una fase determinada de su desarrollo, como nosotros nos encontramos cada uno en su edad respectiva en una fase de este desarrollo, que presenta un continuo absoluto y cuya diferencia más importante la establece, no la edad sino la dependencia, y ésta existe de la madre hasta los seis meses, pero también se da en otras edades y estadios generalmente en las fases más avanzadas de la vida.

Si se quiere encontrar una medida objetiva que intente justificar racionalmente el aborto, ésta tendría que situarse en ese periodo de seis meses, lo cual a todo el mundo le suena a brutalidad y no hay ninguna ley de plazos que se sitúe en un periodo tan amplio. La otra cuestión sería aceptar que el dependiente está en manos de quien depende y éste puede decidir sobre su vida y su muerte.

Esto es, en cierta medida, lo que aproxima a los defensores del aborto y a los defensores de la eutanasia y esto es lo que una sociedad civilizada rechaza, como también lo hizo el pasado 25 de enero el Consejo de Europa, al aprobar la Asamblea Parlamentaria una Resolución en la que dejaba claro que “la eutanasia debe ser prohibida siempre”.

El mismo texto incluía una modificación que establece que, “en caso de duda, la decisión siempre debe ser pro-vida y a favor de la prolongación de la vida”.

De esta manera, el Consejo de Europa zanjaba de una manera clara el debate sobre la eutanasia, tanto la que incluye la adopción de medidas para conseguir la muerte de un individuo, cómo la que se consigue la muerte por dejar de prestar determinadas medidas, sin por ello caer en el encarnizamiento terapéutico. Ambas han quedado excluidas completamente de Europa.

Fuente: AGENCIALAVOZ
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