NORUEGA.- Entrar a un baño parece un acto irrelevante. En los últimos años, sin embargo, en colegios de Estados Unidos y Europa los niños que se identifican como transgéneros han principiado batallas legales para eso: para poder entrar al baño del sexo con que se sienten identificados. En sus colegios han sido rechazados y enviados de vuelta a casa, y en ocasiones las directivas han construido un baño de género neutro.

La discriminación propia de ese hecho, y del aún general rechazo a la comunidad LGBTI, impulsó al Ministerio de Salud Pública de Noruega, en cabeza del conservador Bent Høie, a presentar un proyecto de ley (en ese país lo llaman papel de consulta, encaminado a modificar la ley) que permitirá a los niños de seis años en adelante a cambiar legalmente su sexo sólo con llenar un formulario (con la autorización de sus padres). El proyecto también elimina los procesos médicos y psicológicos extensos (y en ocasiones dolorosos) a que son expuestos los transgéneros en ese país y abre la posibilidad de eliminar la esterilización de esa población, que es ley en el país.

Høie está respaldado por un grupo de médicos y psicólogos que encontraron fallas en el sistema de atención de los niños transgéneros en su país. Su preocupación principal, dicen en el concepto, es que la legislación actual elude las responsabilidades legales con los niños y jóvenes transgéneros y que sin esa base es imposible disminuir el impacto psicológico de su condición. Høie, además, reconoce que desde hace 60 años las leyes noruegas no han cambiado al respecto. Los estudios internacionales (impulsados, entre otras entidades, por Amnistía Internacional) aún carecen de datos concretos sobre quiénes son transgéneros en el mundo; dicha carencia obstaculiza el registro de las dificultades de esa población y anula el amparo de sus derechos. Con este proyecto, el ministerio da un primer paso para ampliar su rango de estudio sobre esta población.

Un proyecto de calidades similares corre en Irlanda desde junio. La senadora Jillian van Turnhout, activista por los derechos de los menores y cabeza de la propuesta, arguye que la población transgénero entre los niños es amplia (aunque no desglosa cifras exactas) y que está más expuesta a la violencia y el rechazo. La única diferencia con el proyecto noruego es de edad: Van Turnhout propone que todos los niños tengan la posibilidad legal de cambiar su sexo. “Muchos de estos niños”, dijo Van Turnhout en una declaración pública, “están viviendo una pesadilla desde que tienen tres o cinco años, cuando su identidad de género se desarrolla y no corresponde con el sexo que les fue asignado al nacer”.

¿Es posible que un niño de seis años se reconozca como miembro de otro género? Dos años atrás, en la Escuela Elemental de Fountain (Colorado), a Coy Mathis (seis años) le prohibieron usar el baño de niñas. Le dieron dos opciones: utilizar el baño de los hombres o el baño reservado a los niños enfermos. Mathis hizo su transición femenina a los cuatro años con la aprobación de sus padres, que encontraron que se definía como niña y se negaba a vestir como un niño. La División de Derechos Civiles de Colorado (el estado tiene leyes antidiscriminación), donde fue puesta la demanda para defender su uso del baño femenino, falló a su favor. En Edmonton, Canadá, una escuela católica le negó a un niño transgénero (siete años), que se declaró niña en septiembre con el consentimiento de sus padres, usar el baño de mujeres. La Comisión de Derechos Humanos de Alberta, que tomó el caso, dice que su resolución demorará por lo menos tres años. La niña dijo a un medio local: “Sólo le dije a mi mamá que me sentía como una niña”. Una corte de Maine apoyó la demanda de Nicole Maines, que fue obligada a utilizar el baño de trabajadores aunque requería el baño de niñas. Nicole Maines tiene 17 años y se identifica como niña desde los dos.

Artículos de prensa y científicos recalcan la falta de soporte para determinar si un niño cambia o no cambia de género a tan temprana edad. En los países interesados en su evaluación, la psicología aún trata su condición como un trastorno. Tratado así, el resultado puede ser contraproducente: muchos procedimientos son utilizados para eliminar la “confusión” y no para impulsar el reconocimiento de un género. La situación general de los LGBTI reconoce, sin duda, la necesidad de legislar más sobre el tema. En Estados Unidos, donde hace una semana fue reconocido como legal el matrimonio gay, no existe una contabilidad exacta del número de transgéneros que hay en el país, aunque las instituciones y organizaciones activistas tienen la certeza estadística de que tienen un mayor índice de suicidio (41%), más problemas económicos, un mayor riesgo de ser rechazados y discriminados en el trabajo, el hogar y la comunidad.

El Espectador
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