ESCOCIA.- El Parlamento escocés dio un paso clave hacia la legalización del suicidio asistido al aprobar en primera instancia el proyecto presentado por Liam McArthur. La votación terminó con 70 votos a favor, 56 en contra y una abstención, permitiendo que la propuesta avance a la siguiente etapa parlamentaria, donde se esperan numerosos cambios y enmiendas.

El proyecto permitiría que adultos con enfermedades terminales y mentalmente competentes soliciten ayuda médica para terminar con su vida. Esta iniciativa ha sido calificada como un “momento histórico” por su promotor, aunque la decisión ha generado una profunda tristeza y preocupación entre líderes y organizaciones cristianas.

Stuart Weir, líder de la organización cristiana CARE for Scotland, expresó su “profunda tristeza” por la decisión y manifestó su preocupación por el impacto en personas discapacitadas y otros grupos vulnerables. Weir advirtió que la medida podría debilitar la prevención del suicidio y enviar el mensaje de que algunas vidas no valen la pena ser vividas.

Otras voces cristianas, como Catherine Robinson de Right to Life UK, mantienen la esperanza de que el proyecto sea derrotado en etapas posteriores. Robinson señaló que varios parlamentarios solo apoyaron la medida para continuar el debate, sin comprometerse a respaldarla en la votación final

El Dr. Gordon Macdonald, de la coalición Care Not Killing, calificó el proyecto como “peligroso e ideológico”. Destacó que, a medida que los parlamentarios conocen las implicaciones de legalizar el suicidio asistido, crece la resistencia, especialmente por el riesgo de presionar a enfermos terminales y personas con discapacidad para que terminen su vida antes de tiempo.

Los líderes cristianos insisten en que el enfoque debe estar en mejorar la atención paliativa, no en legalizar la muerte asistida. Argumentan que un sistema de cuidados paliativos bien financiado puede cubrir las necesidades físicas, mentales, relacionales y espirituales de los pacientes terminales, pero actualmente está sub-financiado y sobrecargado.

La vida es un don sagrado de Dios y cada persona tiene dignidad y valor, independientemente de su condición. La fe cristiana llama a proteger a los más vulnerables y a acompañar con compasión y esperanza a quienes sufren, promoviendo el cuidado integral en vez de soluciones que terminan con la vida.

Este momento desafía a orar por sabiduría para los legisladores y a abogar por políticas que afirmen la vida y la dignidad humana. El llamado es a ser testigos de esperanza y consuelo, confiando en que Dios sostiene a cada persona hasta el final de su travesía.p
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