
Por: Fritz Du Bois
En toda campaña electoral, eventualmente se van formando alianzas de manera normal. Algunas son evidentes y se dan rápido. Otras son más lentas y se van decantando cuando los participantes tienen puntos en común o piensan de manera similar.
Así tenemos, por ejemplo, que parece absolutamente normal que Fuerza Social se integre al frente de izquierda alrededor de la candidatura de Humala o que era inevitable que Pedro Pablo Kuczynski manifestara su preferencia por Keiko, ya que ambos coinciden en lo que debería de ser el manejo económico para generar bienestar.
Pero hay otros pasajeros que se están subiendo a un coche electoral al cual consideraban un viaje seguro al fondo del abismo o están promoviendo a un candidato a quien acusaron de ser un criminal.
En primer lugar, parece totalmente incoherente que Perú Posible esté apoyando al pretendiente bolivariano, que no cree ni en la democracia ni en el mercado, ya que al gobierno de Toledo le intentó dar un golpe de Estado con una asonada, ‘El Andahuaylazo’.
La única explicación que se puede intentar dar es que la desesperación por parte de sus partidarios –por lograr cargos en el aparato estatal– ha llevado al ex presidente a tener que acercarse, factura laboral en mano, a quien desde todo punto de vista debería de ser su opositor natural.
En realidad, pensándolo bien, la búsqueda del puesto gubernamental siempre parecía ser el único cordón umbilical que unía a las diversas facciones –o a todas las sangres, como se autodenominaron– que se juntaron para acompañar a Toledo en su mandato. En todo caso, para el electorado debe de ser realmente extraño que Perú Posible le esté pidiendo, ahora, votar por la opción que consideraban –hace solo siete semanas– como un salto al vacío y que le planteen a la población apoyar al candidato que ellos mismos nos advirtieron que sería un desastre total.
Por otro lado, la posición de organizaciones como la Coordinadora de los Derechos Humanos, así como de diversos medios de comunicación, es aún peor, uno diría que es indefendible. Recordemos que, hace cinco años, investigaciones en diarios, algunos de los cuales hoy convenientemente las han olvidado, llevaron a la Coordinadora a denunciar penalmente a Ollanta Humala por desapariciones, torturas y otras violaciones a los derechos humanos.
Incluso, es importante resaltar que el candidato nunca fue juzgado, menos aún absuelto, ya que el caso fue archivado por falta de pruebas cuando el principal testigo retiró sorpresivamente su testimonio y, luego de ello, se ha denunciado que este habría sido sobornado. Hasta la primera vuelta electoral, este último proceso judicial había recibido, en todo momento, el respaldo de la Coordinadora, que estaba dispuesta a seguirlo apoyando. Para decirlo claro, ellos consideraban, hasta hace solo 45 días, que el ex comandante Ollanta Humala era un criminal y debería de ser juzgado como tal.
Sin embargo, hoy nos están recomendando a los peruanos que elijamos a un candidato que tiene un probable prontuario criminal, que nunca ha aclarado, como nuestro mandatario para que dirija nuestro destino por no menos de cinco largos años.
Más aún, recientemente este diario (Peru21) ha publicado reportes que confirmarían que el testigo de Madre Mía habría sido sobornado, pero la Coordinadora simplemente lo ha ignorado. Dado que, en este caso, el apoyo a Humala no es solo político sino que intenta ocultar un grave episodio criminal, nos preguntamos en qué consistirá la abultada cuenta que el candidato bolivariano tendría pendiente de pagar.
En toda campaña electoral, eventualmente se van formando alianzas de manera normal. Algunas son evidentes y se dan rápido. Otras son más lentas y se van decantando cuando los participantes tienen puntos en común o piensan de manera similar.
Así tenemos, por ejemplo, que parece absolutamente normal que Fuerza Social se integre al frente de izquierda alrededor de la candidatura de Humala o que era inevitable que Pedro Pablo Kuczynski manifestara su preferencia por Keiko, ya que ambos coinciden en lo que debería de ser el manejo económico para generar bienestar.
Pero hay otros pasajeros que se están subiendo a un coche electoral al cual consideraban un viaje seguro al fondo del abismo o están promoviendo a un candidato a quien acusaron de ser un criminal.
En primer lugar, parece totalmente incoherente que Perú Posible esté apoyando al pretendiente bolivariano, que no cree ni en la democracia ni en el mercado, ya que al gobierno de Toledo le intentó dar un golpe de Estado con una asonada, ‘El Andahuaylazo’.
La única explicación que se puede intentar dar es que la desesperación por parte de sus partidarios –por lograr cargos en el aparato estatal– ha llevado al ex presidente a tener que acercarse, factura laboral en mano, a quien desde todo punto de vista debería de ser su opositor natural.
En realidad, pensándolo bien, la búsqueda del puesto gubernamental siempre parecía ser el único cordón umbilical que unía a las diversas facciones –o a todas las sangres, como se autodenominaron– que se juntaron para acompañar a Toledo en su mandato. En todo caso, para el electorado debe de ser realmente extraño que Perú Posible le esté pidiendo, ahora, votar por la opción que consideraban –hace solo siete semanas– como un salto al vacío y que le planteen a la población apoyar al candidato que ellos mismos nos advirtieron que sería un desastre total.
Por otro lado, la posición de organizaciones como la Coordinadora de los Derechos Humanos, así como de diversos medios de comunicación, es aún peor, uno diría que es indefendible. Recordemos que, hace cinco años, investigaciones en diarios, algunos de los cuales hoy convenientemente las han olvidado, llevaron a la Coordinadora a denunciar penalmente a Ollanta Humala por desapariciones, torturas y otras violaciones a los derechos humanos.
Incluso, es importante resaltar que el candidato nunca fue juzgado, menos aún absuelto, ya que el caso fue archivado por falta de pruebas cuando el principal testigo retiró sorpresivamente su testimonio y, luego de ello, se ha denunciado que este habría sido sobornado. Hasta la primera vuelta electoral, este último proceso judicial había recibido, en todo momento, el respaldo de la Coordinadora, que estaba dispuesta a seguirlo apoyando. Para decirlo claro, ellos consideraban, hasta hace solo 45 días, que el ex comandante Ollanta Humala era un criminal y debería de ser juzgado como tal.
Sin embargo, hoy nos están recomendando a los peruanos que elijamos a un candidato que tiene un probable prontuario criminal, que nunca ha aclarado, como nuestro mandatario para que dirija nuestro destino por no menos de cinco largos años.
Más aún, recientemente este diario (Peru21) ha publicado reportes que confirmarían que el testigo de Madre Mía habría sido sobornado, pero la Coordinadora simplemente lo ha ignorado. Dado que, en este caso, el apoyo a Humala no es solo político sino que intenta ocultar un grave episodio criminal, nos preguntamos en qué consistirá la abultada cuenta que el candidato bolivariano tendría pendiente de pagar.
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