LIMA.- ¿Ahora qué va a decir la alcaldesa Villarán sobre el fiasco que acaba de tener con la arena en La Herradura? ¿Que el mar es fujimorista? ¿Que el supuesto "olón" fue enviado por Castañeda? ¿Que "los intereses ocultos" se llevaron la arena? ¿Que la ultraderecha, el PPC y el APRA conspiraron con Neptuno? ¿Que Jaime Salinas fue en la noche y se llevó la arena? ¿Reconocerá que su voluntarismo infantil y el romanticismo ingenuo de su asesor Augusto Ortiz de Zevallos les impidieron prever lo evidente y lo que se les había advertido hacía rato: que el mar se iba a tragar la arena si no había espigones? ¿O es que lo sabían pero no les ligó su apuesta de que esa arena iba a durar por lo menos una semana para la foto?
El papelón que han protagonizado ha sido descomunal y creo que esto ya es el último clavo del ataúd de la vacancia. Ella estaba tratando de adelantarse a la recolección de firmas acelerando las obras de La Herradura y la Av. Canadá para tener algo tangible que mostrar a un año de su mandato, pero ni el peor de sus críticos se imaginó esta auto-debacle.
Y tampoco es que lo de La Herradura sea la gran obra de la administración Villarán que nos iba a deslumbrar. Ayer me di una vuelta. Si bien el serpentín de ingreso ya está por fin iluminado y con farolas bonitas, prosiguen los peligrosos derrumbes desde el cerro (y por eso sólo un carril está abierto ahora). Tampoco se ha iluminado el oscuro túnel de salida; nada costaba instalarle unos baratos fluorescentes para evitar choques, atropellos o asaltos. En cuanto al cacareado malecón, éste no pasa de un correcto cementazo pintado de amarillo, sin mucha estética. Han puesto por allí unos adornos grandes de madera que no están feos y el estacionamiento está pintado y más ordenado, pero tampoco es nada que impresione mucho y por eso me imagino que las refacciones han sido tan rápidas.
Los que sí han hecho un esfuerzo encomiable son los negocios del lugar, cuyas fachadas lucen pintaditas y muy remozadas; les deseo fervientemente que les vaya muy bien, comenzando por el entrañable "Suizo". Pero eso ya es un esfuerzo privado.
Tampoco vi que se haya reabierto la pequeña comisaría que había allí para dar seguridad y evitar desmanes nocturnos, ni observé la presencia del Serenazgo; me da la impresión de que el alcalde Miyashiro no ha sido involucrado, como se debería haber hecho.
Y como me comentaban amigos lectores: "Encima han 'planificado' por capricho una ruta alterna del Metropolitano con este servicio a La Herradura, rompiendo con el planeamiento vial preestablecido en el COSAC para atender la ruta Chorrillos-Naranjal. ¿Acaso sobran los buses en esa ruta? Y esta frívola los desvía".
Cambiando de tema: esto de enviar de embajador al caviar Eguiguren a una España gobernada por el derechista y muy católico Partido Popular es como enviar a Tudela a La Habana o a Siomi Lerner a Arabia Saudí o a Giampietri a Estocolmo. ¿Cómo puede Roncagliolo ser tan desacertado? ¿No sabe que, junto a Washington y Santiago, Madrid integra los destinos más importantes del Perú? Y aparte de que Eguiguren ha demostrado ser un inepto en Justicia, tampoco entiende de temas empresariales, algo básico en un país que es nuestro principal inversor. Además... ¿cómo se puede premiar con una embajada a quien la acaba de embarrar tan olímpicamente con la CIDH y los héroes de "Chavín de Huántar"? Como eso de mandar a Albán a la OEA, donde este caviar será interlocutor precisamente de la CIDH. Y ese señor ha tenido juicios contra el Estado Peruano allí por la PUCP y El Frontón, por lo que enviarlo es absurdo. Y poner al ultracaviar García Sayán al frente del Museo de la Memoria es una provocación gratuita a quienes no somos caviares. ¡Ya me imagino el Museo que implementará, ideologizado al máximo de caviarada! Gracias, Manuel Masías...
Vete, Roncagliolo, vete junto a Villarán.
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