LIMA.- En Hispanoamérica hay un fenómeno muy interesante al que a veces la prensa le presta poca importancia: las manifestaciones a favor de la vida y en contra de las ideologías han sido las más grandes movilizaciones ciudadanas en varios de los países que las realizan. En muchos casos, no son los sindicatos ni los partidos políticos los que logran movilizar a tanta gente. Concretamente, se puede decir que tanto la Marcha por la Vida en Perú como en Colombia, son los eventos públicos con mayor número de participantes en sus respectivos países.

Pues bien, el próximo 5 de mayo peruanos y colombianos harán coincidir sus marchas hermanando un movimiento de ciudadanos sin precedentes en la región. Se puede decir que las dos manifestaciones públicas más grandes del continente han buscado coincidir en una fecha para reafirmar que el vigor de este movimiento ciudadano que no conoce fronteras. Según los organizadores, son marchas que se hermanan animadas por un solo corazón, como una sola fuerza, convirtiendo en realidad el lema “Unidos por la Vida”, justo en tiempos en que el virus de la desunión parece expandirse, incluso entre personas que buscan defender causas nobles.

Revisemos algunos antecedentes para entender a este potente, y muchas veces soslayado, movimiento ciudadano. En Perú, todo se inició en el 2002 cuando el Congreso de la República aprobó la Ley 27654 que instituyó el 25 de marzo como “Día del Niño por Nacer”. La Marcha por la Vida es, por tanto, una celebración ciudadana acorde con las leyes peruanas que protegen la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

“En Colombia, el año pasado, la Marcha por la Vida se realizó simultáneamente en 50 ciudades de todas las regiones del país. En el 2018 se estima que tendrá lugar en más de 60”

Año a año, el entusiasmo y el número de participantes han ido aumentando considerablemente. En la última edición, del 2016, la Marcha reunió a 750.000 participantes en Lima y más de 1.250.000 a nivel nacional. El 2017, a consecuencia de los terribles desastres producidos por el Fenómeno del Niño Costero, la Marcha por la Vida no salió a las calles sino que se transformó en ayuda efectiva para los damnificados.

En Colombia, el año pasado, la Marcha por la Vida se realizó simultáneamente en 50 ciudades de todas las regiones del país. En el 2018 se estima que tendrá lugar en más de 60 ciudades. Ya son 11 años consecutivos que la Marcha por la Vida viene creciendo. Más de 300.000 personas en la calle han sido un mensaje claro y fuerte para la clase política colombiana. No es casualidad que en las recientes elecciones los parlamentarios identificados y comprometidos por escrito con un manifiesto por la vida hayan pasado de 5 a 14.

“Se trata de que a partir del 5 de mayo, los participantes de la Marcha por la Vida generen un tsunami de pequeños y grandes gestos reales y cotidianos que se transformen en cultura”

En vísperas de la elección presidencial, el movimiento ciudadano que anima la Marcha ha empezado a hacer valer la fuerza política que representa tener tal nivel de apoyo y ha solicitado a los candidatos que se pronuncien sin ambigüedades en favor de la vida introduciendo medidas concretas en sus programas de gobierno.

Pero este año los organizadores ya no quieren que la Marcha por la Vida sea un punto de llegada, el resultado de “organizarnos durante un año”, sino más bien un punto de partida. Esta vez el objetivo no va a ser “simplemente” reunirse por millones a favor de una causa. Quieren ir un poco más allá y trasladar todo ese peso a la vida cotidiana. Este año, el esfuerzo de hermanamiento tendrá éxito si, además de “juntarnos alegremente”, logra provocar millones de acciones a favor del respeto de la vida de todo ser humano. Se trata de que a partir del 5 de mayo, los participantes de la Marcha por la Vida generen un tsunami de pequeños y grandes gestos reales y cotidianos que se transformen en cultura.

En este sentido, el comunicado de la Marcha por la Vida en Lima es muy elocuente: “Marcharemos nuevamente el próximo 5 de mayo y lo seguiremos haciendo mientras haga falta… Y haremos presentes nuestros planteamientos en todo ámbito, sobre todo cuando los espacios oficiales no sean idóneos o se deslegitimen”.

La meta, por ahora, es que Perú y Colombia sean “países libres de ideologías”, un nuevo sello que puede cobrar fuerza, como objetivo y como lema de acción. Es que realmente es mucha la gente que se junta para decir que no consideran que matar es una opción válida y que a los hijos los educan los padres en el amor y no el Estado en planteos ideológicos. Este año los organizadores apuntan más alto, que estar allí, en medio de la Marcha por la Vida, marchando, cantando y bailando con miles de jóvenes no sea suficiente. Quieren animar a más, quieren lanzar una revuelta ciudadana pacífica pero real y concreta para que los gobiernos no puedan ignorarlos nunca más. Si lo consiguen, créanme, no pararán hasta transformar el mundo.

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