ESTADOS UNIDOS.- Ahs, pastor principal de la iglesia Stevendale Baptist en Baton Rouge, Luisiana, fue despedido de su empleo en la biblioteca pública East Baton Rouge Parish Library tras negarse a utilizar los pronombres preferidos de una compañera que se identifica como hombre.
El incidente ocurrió el 7 de julio de 2025, cuando Ash fue informado por una colega que la persona a la que capacitaba prefería ser llamada “él”. Pese a la corrección, Ash siguió usando pronombres biológicos y, tras una reprimenda de sus superiores por violar el código de conducta sobre trato respetuoso, fue notificado de su despido el 10 de julio.
Ash, quien ocupaba el puesto de técnico interdepartamental en préstamos, defendió su decisión basándose en convicciones de fe cristiana. Declaró que mentiría si usara pronombres contrarios al sexo biológico y que, aunque sabía que su postura podría violar las políticas internas de la biblioteca, su compromiso espiritual prevalecía:
“No voy a mentir. No puedo hacerlo. No lo haré”, afirmó durante una entrevista.
“Pienso que somos muy hábiles para justificarnos a nosotros mismos y decir ‘lo que estoy haciendo es más amoroso si cedo en esto’, pero yo diría que no. Lo amoroso es decir la verdad. Jesús dijo que Él es el camino, la verdad y la vida… Si retrocedemos en la verdad, retrocedemos en la visibilidad de cualquier cosa, especialmente Jesús”, añadió.
El caso de Ash es reflejo de una discusión nacional en EE.UU sobre el equilibrio entre las políticas de inclusión en los centros públicos y la libertad religiosa o de conciencia. Las bibliotecas y escuelas han adoptado normas que protegen la identidad de género de los empleados, exigiendo el respeto a los pronombres preferidos como parte fundamental de entornos laborales seguros e inclusivos. Sin embargo, este tipo de exigencias choca con quienes alegan conflicto con sus creencias religiosas.
En años recientes, la legalidad de obligar a empleados a usar pronombres contrarios a sus convicciones ha sido objeto de demandas y fallos judiciales. Mientras que algunos tribunales han reafirmado el derecho a la libertad de expresión y creencias religiosas en casos similares, otras instituciones siguen firmes en las políticas de no discriminación.
Lo sucedido con Ash ha generado respuestas encontradas:
Algunos líderes y entidades cristianas lo elogiaron por “tomar una postura bíblica” y afirmar la importancia de decir la verdad con compasión, incluso a costo de perder el trabajo.
Otros sectores sociales, especialmente grupos de defensa LGBTQ+, consideran que negarse a utilizar pronombres preferidos constituye una forma de discriminación y falta de respeto básico en el entorno laboral.
El propio pastor reconoció que era consciente de que el entorno laboral no era necesariamente “amigable para una persona cristiana o conservadora”, pero insistió en que su objetivo siempre fue ser respetuoso con todos los que lo rodeaban.
El despido de Luke Ash pone en evidencia los desafíos crecientes para los cristianos y líderes de fe en escenarios laborales donde las políticas se intersectan con la identidad de género y la libertad de conciencia.
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