
Por: Rvdo Carlos Linares C.
Director Ejecutivo
CONEVAM INTERNACIONAL
Mucho de la actividad misionera no es solo un resultado de estrategia bíblica o buenas tomas de decisiones, sino de dirección divina. El Espíritu guió a Felipe al eunuco Etíope; el Señor le dijo a Pedro que fuera a casa de Cornelio; el Espíritu habló a los ancianos de Antioquía y les dijo que apartaran a Bernabé y a Pablo como Misioneros. El Espíritu guió a Pablo a Macedonia en lugar de Asia (Hch 16:6ff). Jesús se apareció a Pablo en Corinto diciéndole que permaneciera allí. El Espíritu santo y el profeta Agabo confirmaron lo que Jesús le había dicho en su conversión, que él “debía sufrir por su nombre” (Hch 9:16). Esta profecía le guió a Jerusalén.
No podemos comprender por completo los planes de Dios, pero podemos estar seguros de que había razones para todo lo descrito arriba. Quizá Dios prohibió a Pablo predicar en Asia durante su segundo viaje porque conocía que el tiempo no era el correcto y porque Dios sabía que el lugar más estratégico para alcanzar Asia era Efeso y no Bitinia o Misia. Es interesante notar que cuando Pablo fue a Macedonia una de las primeras personas que conoce es Lidía de Tiatira, una ciudad de la provincia de Asia. También notemos que Dios preparó el camino para su llegada posterior en Efeso al enviar a Priscila, Aquila y Apolos adelante de él.
Ya involucrados en el trabajo, Pablo y otros recibieron dirección mientras “se movían.” No hay excusa bíblica para que alguno permanezca inactivo hasta recibir aparentemente un llamado especial. Aquellos involucrados en la fundación de iglesias deben trabajar con una buena planeación y estrategia pero necesitan darse cuenta de que Dios intervendrá –aún cambiando sus planes- guiándolos a que cumplidamente persigan sus objetivos para fundar iglesias.
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Mucho de la actividad misionera no es solo un resultado de estrategia bíblica o buenas tomas de decisiones, sino de dirección divina. El Espíritu guió a Felipe al eunuco Etíope; el Señor le dijo a Pedro que fuera a casa de Cornelio; el Espíritu habló a los ancianos de Antioquía y les dijo que apartaran a Bernabé y a Pablo como Misioneros. El Espíritu guió a Pablo a Macedonia en lugar de Asia (Hch 16:6ff). Jesús se apareció a Pablo en Corinto diciéndole que permaneciera allí. El Espíritu santo y el profeta Agabo confirmaron lo que Jesús le había dicho en su conversión, que él “debía sufrir por su nombre” (Hch 9:16). Esta profecía le guió a Jerusalén.
No podemos comprender por completo los planes de Dios, pero podemos estar seguros de que había razones para todo lo descrito arriba. Quizá Dios prohibió a Pablo predicar en Asia durante su segundo viaje porque conocía que el tiempo no era el correcto y porque Dios sabía que el lugar más estratégico para alcanzar Asia era Efeso y no Bitinia o Misia. Es interesante notar que cuando Pablo fue a Macedonia una de las primeras personas que conoce es Lidía de Tiatira, una ciudad de la provincia de Asia. También notemos que Dios preparó el camino para su llegada posterior en Efeso al enviar a Priscila, Aquila y Apolos adelante de él.
Ya involucrados en el trabajo, Pablo y otros recibieron dirección mientras “se movían.” No hay excusa bíblica para que alguno permanezca inactivo hasta recibir aparentemente un llamado especial. Aquellos involucrados en la fundación de iglesias deben trabajar con una buena planeación y estrategia pero necesitan darse cuenta de que Dios intervendrá –aún cambiando sus planes- guiándolos a que cumplidamente persigan sus objetivos para fundar iglesias.
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