LIMA.- Si bien aún no está claro el final de telenovela Guzmán, todos estos acontecimientos me generan algunas reflexiones y varias dudas.

Guzmán es el candidato de un partido que no es capaz de poder cumplir con los requisitos administrativos que ellos mismos fijaron y que los otros 18 partidos sí lograron cumplir. Si un partido no puede resolver asuntos tan básicos, me cuesta trabajo creer que pueda gestar un gobierno eficiente.

Esta misma designación genera un cuestionamiento adicional: qué tan representativa es la candidatura de Guzmán, si en sus elecciones internas no participaron las bases del partido. La elección fue hecha por un grupo tan pequeño que parece no representar a nadie.

A pesar de lo anterior, hoy Guzmán tiene una importante intención de voto. Esto de ningún modo legitima legal ni políticamente su candidatura. Desde mi punto de vista, la mayoría de sus electores no están votando por Guzmán ni por sus propuestas sino por lo que él representa: la esperanza de un gobierno eficiente y transparente, están votando por lo nuevo y lo moderno, imagen que sus contrincantes no pueden mostrar.

Sin embargo, no hay nada que asegure a los electores que este sea el actuar de Guzmán en un eventual gobierno. Para mí, esta duda aparece con más fuerza luego de ver la reacción de Guzmán frente a la decisión de JNE, a quien acusa de estar siendo manejado por la mano negra del fujimorismo y del aprismo, partidos que, según Guzmán, no quieren que él llegue al gobierno. La realidad es que él está metido en este lío por una negligencia administrativa de sus propios colaboradores que él no está dispuesto a reconocer. Sin embargo, sí está dispuesto a decir medias verdades para victimizarse y así presionar políticamente al JNE . Es posible entonces pensar que, en un eventual gobierno, Guzmán use estas mismas estrategias, culpar en vez de resolver.

Todo lo anterior me lleva a pensar que si ganara las elecciones, Guzmán sería una decepción más para aquellos electores que buscamos un gobierno eficiente y honesto, un gobierno que continúe por el camino del crecimiento económico y el desarrollo.

Todavía faltan algunos capítulos para que esta telenovela electoral llegue a su fin, pero más allá de su desenlace legal, me parece que su protagonista y el equipo que lo acompaña dejan mucho que desear a la luz de los acontecimientos. Guzmán parece una persona preparada, inexperta y con buenas intenciones, pero, como dicen, el infierno está empedrado de buenas intenciones.

Pedro José de Zavala
CORREO
Axact

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