EE.UU.- Donald Trump y Jair Bolsonaro abrieron este martes en Washington una nueva etapa en las relaciones entre Estados Unidos y Brasil, y exhibieron su alianza. El presidente norteamericano recibió en la Casa Blanca a quien desde que ganó las elecciones se le bautizó como “el Trump del Trópico”, por su discurso crispado y de corte nacionalista con el que llegó al poder. Trump mostró su apoyo en la entrada del país en la OCDE, el club de las economías más fuertes del mundo, e incluso en un posible ingreso en la OTAN.

Nada más verse en el Despacho Oval, los líderes de los dos países más poblados de América echaron mano de esa socorrida y popular diplomacia que es el fútbol. Bolsonaro regaló a Trump una camiseta de la selección brasileña con el número del héroe nacional Pelé y el estadounidense hizo entregando a su homónimo una de Estados Unidos.

Para Bolsonaro, Trump es mucho más que el líder de la primera potencia del mundo, es el modelo en el que se inspiró para ganar contra pronóstico y en el que se inspira a diario con un discurso.

“Respetamos a la familia tradicional, somos temerosos de Dios, en contra de la ideología de género, de lo políticamente correcto y de las fake news” dijo el brasileño en la rueda de prensa posterior a la cita, en los jardines de la Casa Blanca.

Brasilia buscaba el apoyo de Washington para entrar en la OCDE, acuerdos en defensa que permitirían a las empresas brasileñas participar en licitaciones del Pentágono —lo que sería agua de mayo para la aeronaútica Embraer— y comprar material estadounidense a mejores precios. Washington por su parte buscaba que sus empresas puedan utilizar la base espacial militar de Alcántara, en el Estado de Maranhão (noreste), para lanzar satélites comerciales. Hubo consenso en esos aspectos y, en un momento de la rueda de prensa, Trump se sintió tan entusiasmado incluso se comprometió, espaldar un hipotético ingreso de Brasil en la Alianza Atlántica, algo que para lo que, admitió, habría que “hablar con mucha gente”.

Ambos evitaron abordar los aspectos que les separan en la crisis de Venezuela, uno de los asuntos clave en la relación de estos países. Los dos rechazan a Nicolás Maduro, reconocen a Juan Guaidó como presidente interino del país sudamericano y reclaman la celebración de elecciones. Pero la Casa Blanca insiste hasta la saciedad que la opción de una intervención militar esta sobre la mesa y Brasil no quiere participar en ello. Preguntados por esta posibilidad, Trump recalcó que Washington todavía no ha empezado a aplicar “las sanciones más duras” contra el régimen chavista, dando a entender que todavía queda recorrido hasta hacer uso de la fuerza. Y su homólogo brasileño evitó pronunciarse sobre si permitiría la presencia de tropas estadounidenses en su territorio en ese caso.

 Bolsonaro defiende su admiración por Trump, “Creo que Trump va a ser reelegido en 2020, creo que la gente repetirá su voto. Es lo mismo que me pasó a mí: ven lo que es el socialismo y ese es el sentimiento”. Trump, por su parte, tuvo dos guiños clave con su invitado. Alabó el “fantástico trabajo de su hijo” Eduardo Bolsonaro, a quien hizo levantarse en la rueda de prensa para recibir un aplauso.

Más allá de los resultados tangibles, sentarse en la Casa Blanca es una bendición para el entorno más antiglobalista  “Tenemos una gran alianza con Brasil, mejor que nunca”, concedió el magnate neoyorquino.
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