ESTADOS UNIDOS.- En 2025, numerosos eventos del Orgullo LGBT en Estados Unidos y otras naciones han sido reducidos o directamente cancelados debido a la notable baja de fondos, la salida de patrocinadores corporativos y un clima social y político cada vez menos favorable.
Grandes ciudades como San Francisco, Nueva York, St. Louis y Washington D.C. experimentaron recortes en sus celebraciones tras la retirada de históricas marcas como Nissan, Comcast, Anheuser-Busch y Target del patrocinio público, motivadas por presiones económicas, temor a represalias y una ola de políticas anti-DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión) impulsadas por la administración Trump.
En muchos casos, los organizadores han reportado caídas en las donaciones de entre un 20% y un 30% comparado con años anteriores. San Francisco Pride afrontó un déficit similar a $300,000 y, aunque algunos patrocinadores menores aumentaron su aporte, el hueco financiero afectó la dimensión y calidad de sus eventos. En Nueva York, Heritage of Pride perdió al menos $750,000 en patrocinios y debió replantear dos programas de apoyo para comunidades en riesgo.
El caso de WorldPride en Washington D.C. fue particularmente simbólico: la toma de control del Kennedy Center por parte de Donald Trump y la posterior destitución de su directiva llevaron a la cancelación o reubicación de varios eventos, la salida de patrocinadores federales como Booz Allen Hamilton, y el retiro de apoyo de marcas como Comcast, Deloitte y Visa.
Según organizadores y activistas consultados por CBS News y CNN, muchas empresas prefieren ahora ser “socios silenciosos”, donando discretamente para evitar el escrutinio público o político.
La situación no se limita a EE.UU, ciudades europeas como Liverpool, Budapest y Tel Aviv también vieron cancelaciones debido a problemas financieros, temor a la violencia o legislación anti-LGBT. En el Reino Unido, Londres reportó menos patrocinadores y voluntarios; en Hungría, el Parlamento prohibió formalmente los eventos Pride en 2025.
A nivel local, las organizaciones han comenzado a buscar fondos de negocios independientes y crowdfunding para suplir la ausencia de multinacionales, mientras en ciudades conservadoras nuevas marchas surgieron a escala modesta y con fuerte énfasis comunitario.
La realidad de esta situación parte de un despertar de las comunidades y naciones que ya no desean ser adoctrinados o marginados de un grupo que va en contra de sus valores y principios, que desea ver a sus hijos crecer con libertad y sin presiones sobre quienes y como son, además de poder expresar sus opiniones sin temor a ser reprimidos por estar en contra de la corriente, lo que claramente ha dañado la moral de una sociedad fracturada por la normalización de mal.
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