PANAMA.- En el diario La Estrella del 27 de enero pasado, el señor Ricardo Beteta Bond esgrimió razones personales por las cuales está a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Quiero señalar aquí al señor Beteta y a todos aquellos que luchan para que se reconozca el matrimonio homosexual, que cuando nos referimos a la sagrada institución del matrimonio, no nos referimos a una institución secular; estamos hablando de una institución cristiana ordenada y ungida por Dios, lo que dificulta hablar del matrimonio fuera del cristianismo y sus exigentes normas bíblicas.
En resumen, el matrimonio es un ministerio cristiano que ordena que cualquiera que haga ese voto sagrado, debe aprender acerca de Jesucristo y Su iglesia. De esa forma, podemos mantenernos firmes en las palabras de Dios, que es la autoridad final, o seguir desafiando y resistiendo.
La pregunta para el Sr. Beteta es: ¿por qué desafiar las palabras de Dios? ¿Escribiste tú la Biblia? ¿Eres la fuente de verdades divinas y bíblicas? O ¿tuviste una revelación privada de que puedes desautorizar a Dios? Los homosexuales necesitan entender que con sus actos y provocaciones, están profanando la imagen de Dios, mostrando desprecio por Sus palabras, Su diseño y Su voluntad, que ordena: “No te acostarás con un varón como uno se acuesta con una mujer, es una abominación”. (Levítico 18:22).
El versículo bíblico, Hebreos (13:8), nos dice que “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos”.
Ese versículo significa que Jesús no cambiará, así que no deben dejarse atraer por ideas nuevas y extrañas, ya que nuestra fuerza viene de la gracia de Dios.
Una vez que comenzamos a creer que no hay un Dios, que no hay un poder superior, y que no hay nadie más grande que nosotros, entonces se vuelve fácil recurrir al Gobierno y a sus instituciones seculares para resolver, mediante coacción, todos los problemas que hemos creado, lo que al final desata una guerra cultural que nos pone a todos en manos de regímenes socialistas/comunistas. Pero una vez que uno acepta la realidad divina y regresa a su centro espiritual y te alinees con el universo y con Dios, entonces verás cómo el universo se abrirá hacia ti.
Por otro lado, una de las grandes tragedias de nuestro tiempo es la reclasificación de la homosexualidad como un comportamiento normal y aceptable y no como un pecado, incluso como un comportamiento noble, en lugar de definirlo como lo define la Biblia -como una perversión o una abominación. El pecado homosexual, como enseña la Biblia, es nada más ni nada menos que un acto sexual anormal y perverso.
Pero hay un movimiento masivo, según el pastor John Macarthur, “para atenuar el sentimiento de culpa del comportamiento homosexual. Es una culpa feroz que requiere un apaciguamiento implacable y constante, para, de alguna manera, liberar a esas personas de un comportamiento que resulta de la lujuria desenfrenada para que se sientan bien al respecto.
También hay un gran esfuerzo para redefinirlo como un estilo de vida alternativo aceptable, como una orientación sexual, una diferencia genética o una preferencia personal”.
Y ahora, el Gobierno actual de EUA dio un paso adelante para ayudar a financiar sus esfuerzos y acomodarlos con leyes “no discriminatorias”. En tanto, los políticos buscan los votos homosexuales haciendo campaña por sus supuestos derechos. Lo que realmente quieren es que aceptemos la noción de que el comportamiento homosexual es natural para una minoría legítima, que es lo mismo que ser una minoría afroamericana o hispana, y que son una minoría que es injustamente discriminada y que, al igual que esos otros grupos, tienen derecho a un trato especial ante la ley.
Pero esto no se trata de una raza de personas. Se trata de un comportamiento sexual anormal y perverso. Entonces, es ridículo suponer que porque realizan actos sexuales anormales y antibíblicos, se les debe otorgar ciertos derechos y privilegios.
Si eso es así, ¿por qué la sociedad no otorgaría los mismos derechos a las personas que cometen otros actos desviados, brutales y perversos, como los pedófilos, violadores, traficantes de drogas, ladrones, violencia contra las mujeres, etc.? Todos ellos tienen una orientación diferente, fuertes impulsos y diferentes preferencias, y deberían poder expresarse también.
Cuando una sociedad decide que ciertos pecados y ciertos pecadores deben tener derechos especiales, se ha desviado de la verdadera comprensión de las Escrituras, del pecado y de las normas establecidas.
La agenda homosexual es simple, solo quieren insensibilizarnos al carácter pecaminoso de su comportamiento. No necesitan que nos convirtamos en sus defensores, solo necesitan que demos la espalda y seamos indiferentes a sus actos, y reconocerlos como otra minoría con derechos especiales.
Según estadísticas creíbles, hay un 3 %, más o menos, de la población que participa en actos homosexuales, sin embargo, esa pequeña porción de nuestra población está acaparando el tiempo, la atención y la energía del 97 % restante.
Las preferencias homosexuales, según el pastor Macarthur, “se han convertido en causa de epidemias de salud pública más devastadoras en nuestra historia. Han lanzado las epidemias del SIDA, la viruela del mono, etc. Sus preferencias, si continúan, junto con otras desviaciones sexuales en nuestra cultura, causarán la corrupción y desastre más devastadora conocida en el mundo; ni hablar del costo financiero en salud para tratar de cuidar a todas estas personas.”.
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